12/24/2012

"Escenas Perdidas" en Sobre Historieta

¡Háganlo libro! – “Escenas perdidas”, de Rodolfo Santullo y Matías Bergara – Historieta uruguaya

carne Historieta Paradiso

Publicada los jueves en el sitio web Rou Movie, “Escenas perdidas” es una maravillosa tira cómico-cinéfila con guión de Rodolfo Santullo y dibujos de Matías Bergara (que como dupla han publicado ya las novelas gráficas Los últimos días del Graf Spee, Acto de guerra y Dengue). Esta historieta está construida a partir de la parodia-homenaje, y ese tono alcanza no solo a las propias películas (escenas inolvidables, bandas sonoras resonantes, frases imborrables), sino también -aunque en menor medida- al mundillo del cine por el que deambulan actores, actrices, directores, productores. Los films sobre los que trabaja el dúo son en general muy conocidos, por motivos diversos: a veces se trata de clásicos de clásicos (“Nosferatu” de Murnau), a veces de tanques hollywoodenses (“Titanic”), a veces de obras de culto (“Carne”, con la Coca Sarli, o “Donnie Darko”). Lo cierto es hay para todos los gustos, porque ningún género escapa al ojo crítico de Santullo y Bergara: desde superproducciones superheroicas muy recientes como “X-Men Origins: Wolverine” hasta glorias del western como “La diligencia”, pasando por “El perfecto asesino”, “El exorcista” o “Duro de matar”.

nosferatu

Si bien el desconocimiento de las fuentes puede llegar a atenuar o diluir el efecto cómico de estas reversiones, se trata de obras que ya forman casi parte del inconciente colectivo (las películas son la nueva “mitología griega”, un poco como los superhéroes son los nuevos héroes mitológicos), y las escenas elegidas por los autores son sumamente icónicas. Además, en la última viñeta se agrega en un recuadro algún dato de trivia o una breve ficha técnica con título original, año de estreno y director. La variación de las escenas a través del humor vuelve estas viñetas verdaderas críticas ficcionalizadas, o storyboards hechos en broma, o cinematográficos bloopers eliminados del corte final o, por qué no, secuencias de fotogramas  prohibidas por censores amargos. El formato horizontal de las tiras remite a la forma de la gran pantalla, pero sin olvidar las posibilidades narrativas de la historieta como lenguaje: los cuadritos cambian sus contornos en función de lo que se cuenta, para lograr un cierto efecto (más de uno en muchos casos), y los múltiples encuadres y planos utilizados nos recuerdan la siempre compleja retroalimentación entre historieta y cine.

 naranja

Las tiras destilan, por un lado, un amoroso respeto por la obra original, respeto que se basa indudablemente en un profundo conocimiento del séptimo arte del que hacen gala los autores; por otro, un espíritu lúdico a lo Gustavo Sala, a quien la admiración por los personajes que toma como materia para sus tiras (Charly García, Luis Alberto Spinetta, etc.) no le impide encontrar resquicios donde dar rienda suelta a su humor ácido e irónico. Uno de los principales recursos humorísticos de Santullo para recrear estas escenas cruciales de películas es, justamente, la ironía o la observación irónica (como en “Gremlins” o “Carne”), que muchas veces adquiere también la forma del ridículo, en el que inevitablemente caen varios de los personajes parodiados: así en “La naranja mecánica”, “Matrix”, “Bullitt”. En otros casos recurre al absurdo, como en “Jurassic Park”, o al giro inesperado, como en “Titanic”, o a la explicitación, como en “Lost Highway” de David Lynch. Y Matías Bergara completa esas astucias del guionista como un sublime director de arte.

Lynch 
Bergara descuella en todos y cada uno de los aspectos gráficos que una obra de estas características requiere: en la logradísima caricatura de actores, actrices y directores; en la ambientación, que no escatima fondos ni detalles cuando son necesarios para captar lo esencial de un momento de película; en el color y los efectos visuales, que recrean a la perfección el clima de las escenas; en los sutiles aunque notables y ajustados cambios de estilo de una tira a la otra y a veces de una viñeta a la otra, pero siempre fiel a su propio estilo tan personal; en los contrastes gestuales de los personajes entre la seriedad original de los personajes en muchas situaciones (casi siempre al principio de la tira) y las caras de resignación o de vergüenza o de lo que sea que el remate que cada chiste exige.

wolverine

Estamos ante otro trabajo de Santullo-Bergara que deja nuevamente muy satisfechos a los lectores de historieta, pero también a los espectadores de cine, a la vez que deja a todos con ganas de muchas más tiras donde la dupla nos muestre esos contenidos extra que no salen en ningún DVD, por deluxe que sea.

Para acceder a las tiras de “Escenas perdidas” en Rou Movie, haciendo clic aquí.

Hernán Martignone

12/20/2012

"40 Cajones" en 365 Cómics por Año

"Una conocida técnica narrativa, aplicada por cientos de guionistas buenos, mediocres y chotos, consiste en arrancar una historia no donde empieza, sino en su climax, en su punto crítico, ese en el que la tensión dramática llega a su máximo nivel. Si eso no engancha al lector, nada lo hará. Y si lo engancha, siempre habrá tiempo para calzar un flashback que recuente los hechos más relevantes que llevaron a la historia a ese punto crucial, definitivo. En esta obra, originalmente realizada para el mercado italiano, el prolífico guionista uruguayo Rodolfo Santullo elige llevar este recurso al extremo: la historia de 40 Cajones empieza exactamente por el final.
Basada libremente en un capítulo de Drácula, la seminal novela de Bram Stoker, 40 Cajones narra el fatídico viaje de la goleta Demeter, desde Rumania hasta el puerto inglés de Whitby. Y empieza cuando la Demeter ariba a este puerto! Las seis primeras páginas nos muestran la sorpresa y el desconcierto de las autoridades portuarias, ya que la goleta se había dado por perdida semanas atrás. Cuando suben a cubierta se encuentran con un ominoso cuadrúpedo mezcla de perro, lobo y criatura del Averno, que rápidamente se da a la fuga. También encuentran al cadáver del capitán Strogoff y por supuesto, a su bitácora, que narrará con lujo de detalles todo lo sucedido hasta la muerte del capitán.
De ahí en más, sólo la última página nos traerá de regreso al “presente” en el puerto de Whitby. Las 38 páginas restantes funcionan como un extenso flashback en el que el capitán nos narra los padeceres de la tripulación de la Demeter, en un viaje plagado de horror y muerte. O sea que hay un salto al vacío por parte del guionista, ya que va a ocupar casi toda la novela contándonos cómo sucedió lo que los lectores ya sabemos que sucedió. Es obvio que todos los tripulantes van a morir y es obvio que esa criatura infernal tiene mucho que ver con las muertes.
Por suerte, y a pesar de lo complicado del brete en el que se metió, Santullo pilotea (o timonea, en este caso) la historia con oficio, principalmente a partir del manejo de los personajes, a los que logra dotar de humanidad y tridimensionalidad. Esto, combinado con el innegable atractivo del clima (una onda Alien en la que una amenaza cuasi-invisible e invencible se va cargando de a uno a todos los tripulantes de una nave) logran mantener alta la tensión y lograr unas cuantas secuencias impactantes, aunque ninguna pega tanto como la de la llegada de la Demeter al puerto. Santullo se da incluso el lujo de meter flashbacks dentro del flashback! En su bitácora, el capitán rememora cuándo y cómo fue que aceptó la misión de trasladar esos 40 cajones con tierra desde Transilvania a Inglaterra, lo cual funciona muy bien para romper la monotonía que presuponen casi 40 páginas arriba de un barco.
A la hora de buscar dibujante, Santullo no arriesgó en lo más mínimo: le puso todas las fichas a Jok, un dibujante de probada solvencia, al que le encantan las historias de terror y los climas oscuros. El trabajo de Jok es impecable y logra lucirse a pesar de la gran cantidad de páginas con ocho o más cuadritos. Acá hay un tipo que sabe componer la viñeta, cuidar los detalles de la narrativa, prestar atención a la iluminación, a los fondos, al vestuario, a las expresiones faciales. Jok no es un virtuoso: es una máquina de absorber conocimientos, un autor que nunca para de evolucionar ni de sorprender. Lástima la impresión del libro, que nos presenta los colores muy lavados, muy diluídos. Las masas negras (importantes en todo comic de terror) acá son grises, como si faltara un poco de contraste, y eso desluce un poco una faz gráfica impecable. Ojalá haya una segunda edición en la que esto se corrija, o mejor aún, una edición de 40 Cajones en blanco y negro, para que se aprecie aún más el gran dibujo de Jok, vibrante y crepuscular.
Si te gustan los vampiros, o las historias de terror, o sos fan del guionista uruguayo o del dibujante argentino, embarcate en esta aventura truculenta y llena de riesgos que –felizmente- llegan a buen puerto."

Andrés Accorsi.

12/18/2012

En Página 12


espectaculos
Viernes, 7 de diciembre de 2012
HISTORIETA  › LA EDICION Nº 74 DE FIERRO, MAñANA CON PAGINA/12

La vigencia de contar buenas historias

En la nueva historieta nacional hay una camada de jóvenes guionistas que no han dejado de pensar este arte. Tres de ellos –Rodolfo Santullo (“Tacuara”), Luciano Saracino (“El feo”) y Matías Santellán (“Reparador de Sueños”)– dan cuenta de los desafíos actuales.

 Por Lautaro Ortiz
Algo así como el cavernícola que ocupa la portada de este mes de la revista Fierro suele sentirse el lector de historietas ante el debate de los usos y abusos de los medios de comunicación: es que para la historieta la única ley vigente es la de contar buenas historias. No hay más secreto. Y cuando se las encuentra, el lector se queda absorto aunque la cueva se llene de humedad. Y una muestra de esta verdad es la edición 74 de la publicación que dirige Juan Sasturain (sale mañana junto a este diario), donde se encontrará con el final de “Tacuara”, basada en el complejo movimiento político liderado por Neil y Baxter; con la lúgubre historia de los nazis en el “Edén Hotel” que alguna vez investigó el joven Ernesto Guevara Lynch; con el relato futurista de “Tristeza”, haciéndonos pensar en el comportamiento de las comunidades organizadas, o bien con la aventura lisérgica de un yanqui prófugo que decide ahogar sus penas en “¡México lindo!”. Pero la revista no termina ahí. También estará un nuevo capítulo de “Borges investigador de aves” de Lucas Nine, las truculentas historias urbanas de “Barrio Gris” (Spósito-Maicas) y hasta las astrológicas postales de Patricia Breccia.
Si bien los nuevos dibujantes son los responsables –por incansable búsqueda, estudio y talento– de hacer de esa cueva un refugio de lectura, en la nueva historieta nacional hay una camada de jóvenes guionistas que no han dejado de pensar y repensar este arte. Este diario reunió a tres de ellos: Rodolfo Santullo (“Tacuara”), Luciano Saracino (“El feo”) y Matías Santellán (“Reparador de Sueños”), que desde hace varios números publica historias breves en la revista.

–¿Qué nuevas experiencias narrativas creen ustedes que incorporaron los guionistas actuales?

Rodolfo Santullo: –Desde hace 10 años es muy interesante observar la apertura que viene realizando el lenguaje historietístico: la creación de una historieta pensada no para el lector de historietas, sino para el lector a secas. Una historieta no ya de género, no ya de vanguardia o experimental: una historieta como opción de lectura que ocupa un espacio en librerías y no solamente en comiquerías.

Luciano Saracino: –El guionista actual aprendió a manejar la plástica desde la palabra. Los guiones bien construidos, actualmente, se apoyan también en un conocimiento del medio que, en los inicios de este arte, no existía. Los que hoy escribimos tenemos un camino allanado gracias a autores, por ejemplo, como Oesterheld o Trillo. A partir de eso, podemos aportar lo nuestro, que es una mirada más plástica y –si se quiere– cinematográfica del asunto. Digamos que estamos en un momento en donde se pueden romper los moldes que se construyeron durante casi un siglo. La pregunta es: ¿quién se atreve a hacerlo?

–Los nuevos dibujantes supieron “pelearse” con la tradición, desafiarla y llevarla a límites de experimentación. ¿Qué pasa con los guionistas?

Matías Santellán: –Me parece que la experimentación es necesaria para la evolución de cualquier arte, pero se torna un obstáculo cuando se convierte en un fin en sí mismo. Para mí esa cuestión está delimitada por el relato, no hay que olvidarse de que queremos contar algo y en ese sentido el guión siempre va a estar determinado por modelos establecidos; sin ir más lejos, los géneros lo son, los tópicos en literatura se repiten, pero la originalidad o el mérito de una obra no está en ignorar, desafiar o aniquilar lo establecido, sino en transformarlo.

L. S.: –Lo que planteás sobre los modelos establecidos es la gran pregunta que uno se hace a la hora de contar: escribimos para alguien que está ahí, alguien que nos lee. De ese modo, tenemos que experimentar obligados a poner la mirada en el otro: el que está ahí. Y los géneros son el laboratorio donde experimentar. En ellos se puede jugar sin marear/espantar al que está del otro lado.

R. S.: –Yo no estoy de acuerdo con que el guión de historieta tenga cabida en la experiencia de lenguaje. Yo entiendo la escritura del guión como un oficio y –como dice Saracino– es el oficio de contar historias. Para contar esas historias hay que utilizar las herramientas adecuadas, aquellas que permitan que la historia llegue al lector. Con esto en mente, si la herramienta necesaria es un lenguaje que experimenta, justo es utilizarla, pero normalmente el camino más sencillo suele ser el más efectivo (que no es efectista).

–¿Creen que es necesario desafiar la tradición para innovar o encontrar nuevas formas de contar?

L. S.: –Creo que hay que ser sincero con lo que uno quiere hacer con este medio de expresión. Considero innecesario quedarnos a contar una y otra vez la misma historia, pero es peligroso el romper por romper. Se puede innovar –creo– desde géneros considerados añejos y vetustos como se puede quedar anquilosado innovando sin contenido, y utilizando a la innovación como único recurso. Es importante, a mi entender, contar una buena historia. Si esa buena historia se puede contar de un modo innovador... ¡alegría!

R. S.: –La escritura del guión no abreva solamente, o puede no abrevar solamente, de tradiciones o modelos propios del mundo de la historieta. Perfectamente la escritura de guión puede alimentarse de la literatura, el cine o incluso el teatro. Creo que uno debe utilizar las herramientas necesarias para lograr trasmitir aquello que pretende trasmitir. Si asume el desafío de contar una historia no lineal, no estructurada, que no se cierre en su propio argumento, debería utilizar los caminos adecuados para contar eso (que bien podrían ser darse una sobredosis de David Lynch).

M. S.: –El relato siempre va a estar condicionado por modelos establecidos como los géneros o los tópicos. Si uno aplica el esquema actancial de Greimas, por ejemplo, a obras muy diversas a lo largo del tiempo, comprobará que poseen una estructura similar y, sin embargo, cada una tendrá algo de novedoso, original y vanguardista. Esos elementos surgen de construir sobre lo establecido algo nuevo, desafiar en algún sentido esos modelos es útil como motor pero negarlos o ignorarlos es uno de los peores errores que puede cometer un guionista.

–¿Por qué creen que los dibujantes actuales suelen prescindir de guionistas?

R. S.: –Primero hay una cuestión de posibilidad: un dibujante siempre puede hacer una historieta (sea mala o buena, no importa). Cuenta con la posibilidad real de hacerla, ya que dibujar puede y escribir también. En cambio el guionista que no sabe dibujar, no puede. Así de simple. Puede escribir centenares de guiones que se quedan todos allí, en un cajón. Sumado a esto, creo que hay una generación de dibujantes con mucho para contar y una gran capacidad para hacerlo y que efectivamente lo están haciendo. Creo que volvemos al asunto del oficio. Muchas veces me pasa de leer una historieta que promete ser muy buena y que falla a la hora de resolver, o un personaje da un giro de 180 grados solamente para beneficiar un twist caprichoso en lo que se viene contando o se produce un ruidoso Deux ex Machina con la única intención de conseguir una explicación a algo. Allí el oficio de un guionista podría haber sacado las papas del fuego. Queda en el dibujante entonces, permitirse utilizar –e inclusive disfrutar– de la alquimia que se posibilita entre dos cabezas (a veces más) a la hora de hacer una historieta.

M. S.: –En general está asociada la idea de la historieta o del historietista a la del artista integral que dibuja y escribe y que tiene un método y una manera de concebir historias absolutamente distintas a la del guionista. El dibujante se desplaza en general del guión al dibujo, creando ambos casi simultáneamente en un proceso caótico tan mágico como indescifrable. Creo que probablemente muchos prescinden de los guionistas por no querer renunciar a la libertad que les da esa forma de crear. Y están los que nunca habían trabajado con guionista y han descubierto que el universo de posibilidades de una obra se amplía muchísimo cuando se suman ambas perspectivas.

L. S.: –Porque todos queremos contar nuestra historia. ¡Y los dibujantes no necesitan más que a ellos mismos para contarla! Les avisamos, igual, que aquí estamos. Que los queremos mucho. Y que tenemos la heladera llena de cervezas y los rulos llenos de historias para cuando necesiten de nosotros, los “guionistas que no sabemos hacer otra cosa que escribir”.

12/16/2012

"Bernardina hacia la tormenta" en 365 Cómics por Año


"Acá seguro me como un “cero comments”. Este es un comic de autores uruguayos de los que no publican habitualmente en Argentina, basado en un hecho histórico que tuvo lugar en el país vecino allá por 1811-12.
El guión de Matías Castro se esfuerza por escaparle a la epopeya. Su idea es mostrarnos el éxodo de los miles de uruguayos (todavía no se llamaban así, pero bue) que lo siguen al General Artigas hacia el territorio argentino desde el punto de vista no del prócer (que ni aparece, aunque se lo nombra bastante), sino de la gente común que sufre, se esfuerza, se enferma, se muere y cada tanto saca fuerzas andá a saber de dónde para seguir adelante. Esto le sale bien al guionista: a lo largo de estas páginas aprendemos un montón acerca de las costumbres, las alegrías y los padeceres de este pueblo en fuga. La dimensión humana de Bernardina, sus hijos y su esclavo Viriato está explorada con agudeza y hasta con cariño. Los secundarios entran y salen de escena de modo organizado y nadie llega al final del viaje tal como cuando arrancó.
¿Cuál es el problema? La historieta explicita muy poco por qué pasa lo que pasa. Uno, que no tiene tiempo para leerse las 15 páginas de textos en los que Castro cuenta minuciosamente a qué hecho histórico está haciendo alusión en cada página del comic, intuye que los proto-uruguayos liderados por Artigas emigran hacia Argentina para escapar de la invasión de los portugueses, que tenían en su poder a Brasil y, ya que estaban, se querían morfar también ese cachito del mapa, aunque la gente hablara español. Hasta ahí, es todo más o menos lógico. Ahora bien, en la página 76, cuando Bernardina y los suyos ya están en nuestra mesopotamia y sobreviven a la terrorífica tormenta que da título al libro, aparece Viriato y dice “El general Artigas está tratando de que podamos volver a la Banda Oriental”. Y efectivamente, en la página 80, los orientales emprenden el regreso a su territorio. Fin.
¿Tanto kilombo para eso? ¿Un éxodo penoso, con enfermos, muertos y ahogados en el río, con gente que quemó sus casas y perdió todo, sólo para pasar un finde en Entre Ríos o Misiones? ¿No será mucho? Bernardina ensaya una explicación que le queda grande al grado de información que maneja el personaje: “El gobierno de Buenos Aires ha estado moviendo tropas para apoyar a las de Artigas. Todos están volviendo para recuperar nuestro territorio”. ¿Y ya está? ¿Se acabó la amenaza de los malignos portugueses? ¿Qué le costaba a Artigas conseguir el apoyo de Buenos Aires antes de que toda esta gente fuera al muere? Detrás de eso seguramente hay una historia jodida, tensa, de indudable potencial dramático. Castro elige no contarla para centrarse –como ya dije- en la gente común. Y así es como termina por presentar un rompecabezas al que la falta una pieza, que sólo te la dan si estudías Historia Uruguaya.
Felizmente, la tormenta no se lleva puesto a este comic principalmente por el dibujo de Daniel González, un autor uruguayo que reside hace tiempo en España y supo ser colaborador del maestro Eduardo Barreto. El trabajo de González es sencillamente magistral. Su dibujo es fluído, lleno de expresividad, con ángulos muy variados. Los primeros planos son espectaculares, fuertes, emotivos. En los planos más amplios, González combina su blanco y negro vigoroso con un excelente manejo de grises, aplicados mediante tramas texturadas en el photoshop. La reconstrucción de época está cuidadísima, repleta de detalles perfectamente documentados. Esta historieta va a ser recordada por siempre simplemente por el hallazgo que supone recuperar para el panorama uruguayo a un dibujante del calibre de Daniel González. Ojalá lo enganchen para dibujar 70 páginas por año, porque realmente es un lujo.
Resumiendo, Bernardina Hacia la Tormenta es una historieta de temática histórica bien documentada, enfocada hacia el lado menos obvio y con unos dibujos de altísimo nivel. Si sos uruguayo, la tenés que tener sí o sí. Si no, igual le podés dar una chance sobre todo para descubrir a Daniel González, un dibujante excepcional."

Andrés Accorsi