Explorando mundos
La más nueva historieta uruguaya no abunda
especialmente en trabajos de ciencia ficción y fantasía. Habría que nombrar, en
todo caso, a Dengue, de Rodolfo
Santullo y Matías Bergara, que apuesta por una ciencia ficción más bien
estilizada, ambientada en un futuro muy cercano y derivada en un relato más
bien de corte policial, y a Grimorio del
plata, con guión de Martín “MaGnUs” Pérez y arte de varios dibujantes, que
retoma elementos de la fantasía oscura y el terror sobrenatural y los presenta
en un contexto narrativo localista.
Sin embargo, en la última entrega de
historietas (las presentadas en torno a la convención Montevideo Comics)
aparecieron dos libros que llamaron la atención por su calidad y su manera de
acercarse a los géneros arriba mencionados. Así, Regulación 0.75 – La dádiva, de Pablo “Roy” Leguisamo (guión) y
Lauri Fernández (arte) remite a la ciencia ficción distópica mientras que Los pasajeros perdidos, de Zgabros
(Gabriel Ciccariello) se instala cómodamente en el ámbito de la fantasía con un
toque de ciencia ficción, o, acaso, en ese lugar intermedio entre esos géneros
que tanto y tan bien trabajara en su momento Roger Zelazny (Tú el inmortal, Una rosa para el
Eclesiastés, El señor de la luz, Criaturas de luz y tinieblas).
Pasajeros
en trance
Ciccariello no es para nada un recién
llegado a la escena historietística. Fue uno de los fundadores de la editorial
Grupo Belerofonte, hace más de diez años, en la que se desempeñó como diseñador
además de aportar un excelente relato de fantasmas para el libro Monstruo. También publicó en revistas
como Freedonia, Freeway, la vieja Quimera y, más recientemente, en las
antologías Verano y Otoño, de la Asociación Uruguaya de
Creadores de Historieta (AUCH). De hecho, su aporte a Verano, “La cantera” es sin duda uno de los mejores relatos
gráficos publicados en Uruguay en los últimos cinco años.
En Los
pasajeros encontramos un mundo fantástico creado con gran economía de
medios a la vez que haciendo gala de una notoria amplitud de referencias.
Propone una aventura de un grupo de investigadores especializados en “casas
embrujadas, mundos paralelos y portales al infierno”, quienes, al inspeccionar
una mansión ubicada en una isla (en una laguna habitada por monstruos marinos y
rodeada por bosques donde viven gigantes), acceden a un mundo en peligro de
extinción. El dibujo de Ciccariello aquí parece aproximarse a un mínimo de
trazos y a un máximo de expresividad; a la vez, la dinámica de la narración y
la solución de buena parte de sus viñetas (ejemplos: las páginas 26, 31, 41, 56
y 66) es sencillamente brillante, por no señalar que todas las viñetas en que vemos la laguna y el bosque por la noche
(páginas 9-15 y 65-69) son increíblemente sugerentes.
Un
mundo feliz
Pablo “Roy” Leguisamo, por su parte, viene
consolidándose como uno de los guionistas más interesantes de la nueva
historieta uruguaya, y definitivamente uno de los más prolíficos. El de Regulación probablemente no sea su mejor
guión hasta la fecha, pero el libro llama la atención a primera vista por el
excelente trabajo de la dibujante Lauri Fernández, con quien Roy ya había
compartido autoría en la excelente novela gráfica Vientre.
La narración, en cualquier caso, es en
general prolija, con algunos aciertos a tener en cuenta, por ejemplo la
división en cuatro líneas del relato entre las páginas 33 y 43. La anécdota
ofrecida apunta hacia una distopía en un futuro relativamente cercano y, si
bien no aporta tratamiento o ideas sorprendentes para la tradición narrativa en
la que se inscribe o para lo complejo del tema, definitivamente redunda en un mundo
bien explorado. Hay ecos del cuento “The pre-persons”, de Philip Dick, en el
que se lleva a un extremo la lógica de los partidarios al aborto (y ya en su
momento el gesto de Dick, que todavía hoy va a contramano de cierto pensamiento
progresista, ofendió a escritoras de ciencia ficción vinculadas a varios
feminismos, entre ellas Joanna Russ y Ursula K. LeGuin) y se propone un mundo
en el que el aborto es legal hasta los tres años. En el caso de la ficción de
Roy esta idea va claramente vinculada al tema del control de natalidad en un
mundo superpoblado y con escasez de recursos. En el mundo planteado por Roy el
derecho a procrear puede ser comprado y vendido, con un máximo de dos hijos por
pareja, escenario cuya transgresión activa la trama. Roy, entonces, escribe una
distopía de corte humanista, bradburiana digamos, con un final un poco más amargo
de lo que cabría esperar en esas coordenadas pero en modo alguno forzado.
Regulación fue publicada originalmente por entregas en el blog colectivo Marche un cuadrito; su aparición en
forma de libro viene de la mano del colectivo editorial Mojito, integrado por
las editoriales uruguayas Dragoncomics (en la que Roy es editor y fundador),
Estuario y Grupo Belerofonte, además de la argentina Loco Rabia. También a
Mojito se debe la edición de Los
pasajeros perdidos, aunque en su caso la publicación fue derivada del
Primer Premio Nacional de historieta, del que participan además la fundación
Lolita Rubial y el Museo del Humor y la Historieta Julio E. Suarez “Peloduro”,
de la ciudad de Minas.
Experimentos
profesionales
Es interesante leer las actas del jurado y
el prólogo del libro, en el que se explicitan las virtudes encontradas en la
propuesta de Ciccariello. El jurado, integrado por Roy, Rodolfo Santullo,
Marcos Vergara, Alejandro Farías y Beatriz Leibner, destacó lo “profesional” de
la obra y su “idea bien llevada”, además de referirse al dibujo como
“experimental, poético y original”. Lo que interesa acá, entonces, es la manera
en que esos elementos son presentados como virtudes y como esa presentación
habla de la línea estética preferida en el contexto de edición de historietas
uruguayas actual (en el que Mojito, claramente, reúne a las dos propuestas
editoriales más viables).
Reconocer que la “idea bien llevada” sea una virtud
parece trivial, pero no lo es en modo alguno el énfasis (se repite el término
en las actas y en el prólogo) en lo de “profesional”. Desde las editoriales más
importantes de la escena historietística uruguaya contemporánea, entonces, se
privilegia lo “profesional” en una obra, eso mismo que desde otras áreas, entre
ellas el lado levreriano de la narrativa más reciente, va asociado a cierta
idea del escritor inauténtico. Quizá esas ideas –levrerianas en el sentido de que Mario Levrero las hizo explícitas
en varios momentos de su obra y que fueron claramente heredadas o repetidas por
buena parte (no la totalidad, aclaremos) de sus seguidores inmediatos– sí
aparecían con más claridad en la generación inmediatamente anterior a la de
Santullo, Ciccariello y Roy (por nombrar a los implicados en este libro,
jurados y creador), más dada al gesto under
y contracultural. El cambio desde ese modo de pensar y formatear la escena
historietística local (así como la relación del creador con su medio y con los
lugares de poder de ese medio) hasta el visible en estas últimas publicaciones
y editoriales es interesante en sí mismo y un eje posible de una historia del
comic uruguayo de los últimos veinte años.
Es llamativo también el término
“experimental”, con el que este reseñista se permite disentir. Los pasajeros perdidos es más el tipo de
obra que reúne modos de expresión diversos y provenientes de varias tradiciones
y los canaliza en una propuesta limpiamente definida, tratándolos como
elementos ya consagrados por el uso, como elementos de un lenguaje, que una
obra “experimental”. Este último término parecería implicar, entonces, un
componente mayor de riesgo, de fallo potencial, de negación deliberada y
violenta, si se quiere, de ciertas tradiciones consagradas o canónicas.
Quizá un rótulo preferible sería
“diferente”. Los pasajeros perdidos,
entonces (el más valioso de los libros reseñados acá y seguramente entre los
mejores del año), puede cómodamente ser presentado como una obra “diferente” en
el contexto de la historieta uruguaya, y en esa diferencia –que habla bien de
las editoriales que la proponen, incluso cuando los programas estéticos de sus
fundadores y editores vaya por otros caminos– hay muy bienvenida pauta de
variedad, de riqueza.
Publicada en La Diaria por Ramiro Sanchiz el 28 de agosto de 2014