12/ 08: CAUSAS PERDIDAS
Baert dedica estas 55 páginas a hacer lo que mejor le sale: historias verídicas, con conflictos chiquitos, personajes llenos de dobleces, cero elementos fantásticos y mucha mala leche. Causas Perdidas transcurre básicamente en una pensión bastante crota, de un barrio bastante humilde, de una ciudad bastante periférica. La gracia, claramente, no está en la ambientación, sino en los personajes y en las relaciones entre ellos, en las historias que se cuentan y en las que cada uno oculta.
No son muchas páginas y Baert lo tiene claro. Por eso acota el elenco a cinco personajes importantes, entre los que se destaca Facundo, el chico que estudió periodismo y busca insertarse en ese medio tan complicado. Los giros argumentales más impredecibles, más impactantes, tendrán que ver con Facundo, con cómo trata Baert a los sueños y convicciones de este pibe humilde, copado y un poco idealista.
Como en las obras anteriores de Baert, los diálogos están afiladísimos y suenan 100% reales e incluso cuando llegan las piñas y los tiros todo se siente cercano y posible. En ningún momento Causas Perdidas se va para el bando de la aventura. Siempre es un slice of life, aunque en un momento la mala onda degenere en un festival de puteadas, piñas y corchazos. Sobre el final, la comedia costumbrista le deja su lugar a una tragedia bien heavy, bien sórdida, lo cual es consecuente con la decisión de Baert de llevar a los personajes bien al límite, de no permitirles nunca estar cómodos con las situaciones en las que los envuelve.
El dibujo de Carlos Aón está muy bien, pero es un poquito light para lo espeso de la trama. Es un Aón distinto al de obras anteriores, que incorpora un poco más ese tinte grotesco o esperpéntico que sabe ponerle Angel Mosquito a sus tragicomedias suburbanas. Y es muy loco, porque tiene ese tono justo, que te hace acordar también a otros trabajos de Aón y a las historietas de Baert dibujadas por él mismo (aunque con menos viñetas por página). Aón simplifica el trazo en la medida exacta para permitir el lucimiento del color y acompaña al guión al darle a los personajes ese toque caricaturesco, muy expresivo, que le permite poner en un verdadero primer plano las emociones que estos nos tienen que transmitir. Me gusta más el Aón puro que este “Aón mixto”, pero esto también se ve muy bien.
Causas Perdidas es una muy buena historia suburbana, con sexo, drogas y un poquito de rockanrol, que bien podría haberse publicado en El Víbora. O no, porque en El Víbora le hubiesen pedido a los autores que los garches fueran más explícitos y acá están apenas sugeridos. Lo cierto es que es una historia fuerte, que emociona, que te pone nervioso y que muestra una pasión genuina por parte de los autores, que no juegan a complacer al lector sino a empujarlo a un pantano bastante asqueroso, donde hay lugar para la risa pero de donde se sale enchastrado en tragedia. Muy recomendable.
Andrés Accorsi
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