Policía sobrenatural
Hace casi dos años, la editorial argentina Pictus publicó Misterios de cuarto cerrado,
un compilado de relatos policiales de corte clásico y, específicamente,
en esa suerte de subgénero o procedimiento invocado por el título;
participaron varios dibujantes (Leandro Fernández, Juan Ferreyra,
Kwaichang Kráneo, Lisandro Estherren, Juan Manuel Tumburús, Roberto
Viacava, Oscar Capristo y Matías Bergara), y Rodolfo Santullo fue el
guionista de todos los relatos, basados en textos de Edgar Allan Poe, GK
Chesterton, Arthur Conan Doyle, Wilkie Collins y Jacques Futrelle.
HOUNDS volumen 1, que se publicó en Argentina a mediados del año pasado y fue distribuido en Uruguay hace unos meses, repite el formato: una vez más, tenemos a Santullo a cargo del guion de una serie de relatos gráficos (en este caso, media docena), que adaptan -casi todos- cuentos clásicos con cierto vínculo de base, y la contraparte creativa de esos guiones es el trabajo de distintos dibujantes, entre los que se cuentan los más importantes de la escena historietística rioplatense contemporánea.
Pero en esta ocasión Santullo propone además un contexto que conecta las historias, como si se esbozara un universo ficcional compartido. El recurso no es nuevo, por supuesto: lo utilizó (fundacionalmente) Philip José Farmer (1918-2009) en las historias del universo Wold Newton; fue llevado al paroxismo en el cómic La liga de caballeros extraordinarios, con guion de Alan Moore e ilustraciones de Kevin O’Neill; y también se ha empleado en otras obras narrativas, como la serie de televisión Penny Dreadful, pero aquí Santullo, más atento al goce narrativo inmediato, no se esfuerza por dar detalles de ese mundo compartido (como sí lo hizo, abrumadoramente, Moore), aunque todos los relatos hacen referencia a la organización que da nombre al libro, sobre la cual el prólogo, no historietístico, nos explica que se dedica a la investigación de fenómenos paranormales y al combate contra el mal sobrenatural.
Los textos adaptados -cada uno de ellos presidido por la figura de un detective o investigadorson “La casa invisible”, de William Hope Hodgson; “Té verde”, de Joseph Sheridan Le Fanú; “Culto secreto”, de Algernon Blackwood; “Los señores del más allá”, de Seabury Quinn, y “La gente serpiente”, de Robert Howard. Por último, el relato titulado “La maldición de los gitanos” es el único que no se apoya en la trama de un texto anterior: aunque está inspirada en el Dracula de Bram Stoker, se trata de una historia original de Santullo.
Todas las adaptaciones funcionan muy bien, y en cierto modo los relatos más flojos remiten a un original de calidad relativamente menor. Blackwood, Hodgson y Le Fanú son maestros indiscutidos de lo weird, el horror y la fantasía, ante los cuales incluso Robert Howard (un escritor más “irregular”, pero acaso más interesante en cuanto a, precisamente, la creación de mundos ficcionales detallados) puede parecer de segunda fila, y está claro que Quinn, en el mejor de los casos, no pasó de ser un eficiente escritor de pulps en el que es fácil encontrar tanto lo mejor como lo peor de ese formato. “Los señores del más allá” parece el momento más flojo de HOUNDS, pese a que el arte de Horacio Lalia, como cabía esperar, está entre lo mejor del libro desde el punto de vista gráfico.
El cuento de Howard -fácilmente incorporable al continente de fronteras difusas de los mitos de Cthulhu, ya que si bien no hace referencia directa a las deidades del panteón lovecraftiano moviliza el recurso del culto satánico que opera en lo más profundo y pantanoso del sur de Estados Unidos- no está entre lo más interesante de ese autor, sin duda, pero en su sencillez narrativa funciona bien, ilustrado adecuadamente -aunque no de manera deslumbrante- por Oscar Capristo.
Posiblemente el mejor de los relatos de HOUNDS sea “Culto secreto”, tanto en el original literario como en la adaptación, ilustrada con gran belleza por Sebastián Cabrol. Están llevadas con soltura y aciertos, tanto en el guion como en las ilustraciones, las adaptaciones de Le Fanú (dibujada con magnífica expresividad por Lisandro Estherren) y la de Hodgson (con el arte a cargo de Matías Bergara, que aporta una de las mejores páginas del libro, con la que abre el relato), una fantasía disfrazada de antifantasía, o acaso viceversa. Es interesante, de paso, señalar que el único relato que no es una adaptación, “La maldición de los gitanos” (con excelentes dibujos de Facundo Percio), resulta uno de los mejores ejemplos en el libro de un guion perfectamente redondo, efectivo a más no poder.
Buena parte de la producción más reciente de Santullo se ha apoyado en adaptaciones y reescrituras de textos literarios; en todos los casos -desde Cuarenta cajones hasta Regreso a las montañas de la locura, que obtuvo el año pasado el premio Onetti de la Intendencia de Montevideo en la categoría de narrativa gráfica- ofrecen buenos momentos de disfrute historietístico, pero acaso HOUNDS volumen 1 esté ligeramente despegado del resto. La propuesta, sin duda, rinde para no pocos volúmenes, y cabe esperar una segunda entrega.
HOUNDS volumen 1, que se publicó en Argentina a mediados del año pasado y fue distribuido en Uruguay hace unos meses, repite el formato: una vez más, tenemos a Santullo a cargo del guion de una serie de relatos gráficos (en este caso, media docena), que adaptan -casi todos- cuentos clásicos con cierto vínculo de base, y la contraparte creativa de esos guiones es el trabajo de distintos dibujantes, entre los que se cuentan los más importantes de la escena historietística rioplatense contemporánea.
Pero en esta ocasión Santullo propone además un contexto que conecta las historias, como si se esbozara un universo ficcional compartido. El recurso no es nuevo, por supuesto: lo utilizó (fundacionalmente) Philip José Farmer (1918-2009) en las historias del universo Wold Newton; fue llevado al paroxismo en el cómic La liga de caballeros extraordinarios, con guion de Alan Moore e ilustraciones de Kevin O’Neill; y también se ha empleado en otras obras narrativas, como la serie de televisión Penny Dreadful, pero aquí Santullo, más atento al goce narrativo inmediato, no se esfuerza por dar detalles de ese mundo compartido (como sí lo hizo, abrumadoramente, Moore), aunque todos los relatos hacen referencia a la organización que da nombre al libro, sobre la cual el prólogo, no historietístico, nos explica que se dedica a la investigación de fenómenos paranormales y al combate contra el mal sobrenatural.
Los textos adaptados -cada uno de ellos presidido por la figura de un detective o investigadorson “La casa invisible”, de William Hope Hodgson; “Té verde”, de Joseph Sheridan Le Fanú; “Culto secreto”, de Algernon Blackwood; “Los señores del más allá”, de Seabury Quinn, y “La gente serpiente”, de Robert Howard. Por último, el relato titulado “La maldición de los gitanos” es el único que no se apoya en la trama de un texto anterior: aunque está inspirada en el Dracula de Bram Stoker, se trata de una historia original de Santullo.
Todas las adaptaciones funcionan muy bien, y en cierto modo los relatos más flojos remiten a un original de calidad relativamente menor. Blackwood, Hodgson y Le Fanú son maestros indiscutidos de lo weird, el horror y la fantasía, ante los cuales incluso Robert Howard (un escritor más “irregular”, pero acaso más interesante en cuanto a, precisamente, la creación de mundos ficcionales detallados) puede parecer de segunda fila, y está claro que Quinn, en el mejor de los casos, no pasó de ser un eficiente escritor de pulps en el que es fácil encontrar tanto lo mejor como lo peor de ese formato. “Los señores del más allá” parece el momento más flojo de HOUNDS, pese a que el arte de Horacio Lalia, como cabía esperar, está entre lo mejor del libro desde el punto de vista gráfico.
El cuento de Howard -fácilmente incorporable al continente de fronteras difusas de los mitos de Cthulhu, ya que si bien no hace referencia directa a las deidades del panteón lovecraftiano moviliza el recurso del culto satánico que opera en lo más profundo y pantanoso del sur de Estados Unidos- no está entre lo más interesante de ese autor, sin duda, pero en su sencillez narrativa funciona bien, ilustrado adecuadamente -aunque no de manera deslumbrante- por Oscar Capristo.
Posiblemente el mejor de los relatos de HOUNDS sea “Culto secreto”, tanto en el original literario como en la adaptación, ilustrada con gran belleza por Sebastián Cabrol. Están llevadas con soltura y aciertos, tanto en el guion como en las ilustraciones, las adaptaciones de Le Fanú (dibujada con magnífica expresividad por Lisandro Estherren) y la de Hodgson (con el arte a cargo de Matías Bergara, que aporta una de las mejores páginas del libro, con la que abre el relato), una fantasía disfrazada de antifantasía, o acaso viceversa. Es interesante, de paso, señalar que el único relato que no es una adaptación, “La maldición de los gitanos” (con excelentes dibujos de Facundo Percio), resulta uno de los mejores ejemplos en el libro de un guion perfectamente redondo, efectivo a más no poder.
Buena parte de la producción más reciente de Santullo se ha apoyado en adaptaciones y reescrituras de textos literarios; en todos los casos -desde Cuarenta cajones hasta Regreso a las montañas de la locura, que obtuvo el año pasado el premio Onetti de la Intendencia de Montevideo en la categoría de narrativa gráfica- ofrecen buenos momentos de disfrute historietístico, pero acaso HOUNDS volumen 1 esté ligeramente despegado del resto. La propuesta, sin duda, rinde para no pocos volúmenes, y cabe esperar una segunda entrega.
HOUNDS volumen 1
Con guiones de Rodolfo Santullo y dibujos de Matías Bergara, Sebastián
Cabrol, Oscar Capristo, Lisandro Estherren, Horacio Lalia y Facundo
Percio. Editorial Pictus, 2016. 103 páginas.
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