Violencia para todos
Análisis del primer trabajo como autor integral de Fernando Baldó, Hostil y abyecto, polémica novela gráfica recientemente editada por Locorabia y Grupo Belerofonte.Jugando fuerte en primera
Desde ‘Los Canillitas’, tira serializada entre 2010 y 2015 con guión de Diego Agrimbau para la contratapa del matutino “Tiempo Argentino”, pasando por “Los Autómatas del desierto” -Historieteca, 2014-, también con Agrimbau, al título que nos ocupa, la evolución de Fernando Baldó en el campo de la historieta ha sido por demás de interesante, eso es un dato incuestionable. De correcto lapicista a soberbio artista integral con una voz muy personal y mucho para contar; dúctil también, para más datos, como evidencian los diferentes unitarios de fantasía épica que aportó a la extinta “Comic.Ar” y a “Terminus”, medio en el que también publicaba ‘Plan B’, ese inteligente homenaje-parodia al género superheroico.Baldó cuenta con un estilo muy personal para el dibujo, partiendo de un registro realista en el aspecto anatómico y una destacada labor en el desarrollo de fondos urbanos, con gran verosimilitud, que se entremezcla sabiamente con la rica expresividad gestual que siempre exhiben sus personajes. Esa característica distintiva, propia del caricaturismo, identifica a golpe de vista su trazo, sin volverlo excesivamente funny. La buena utilización del color gris, asimismo, en el sombreado y la profundidad, se convierte en un elemento constitutivo más de su narrativa, siempre fresca, sin importar la puesta en página o la división en la grilla de cuadritos con la que deba tratar.
Sin que lo supiéramos, coexistiendo con la época creativa de “Los Canillitas”, desde un blog propio y usando el seudónimo de Joaquín Martelli, nombre del protagonista de esta historia, Baldó desarrolló el trabajo a razón de una página por semana. Con esa periodicidad, que se mantuvo durante varios años, incluso, la obra obtuvo una gran cantidad de seguidores, lectores que se encontraron fascinados por la gran incorrección política y social que destilaba el webcomic. No obstante ello, la serie quedó inconclusa, ya que nunca llegó a subirse a la red su final definitivo.
Sobre fines de 2016, merced a una nueva colaboración entre Locorabia y Belerofonte, sellos que también recopilaron ‘Los Canillitas’, la historieta dejó el soporte digital para saltar al papel, en una linda edición de 104 páginas que la recupera en su totalidad. El tomo incluye más de treinta páginas nunca antes vistas, y un prólogo de Diego Agrimbau que viene a confirmar aquello que destacábamos arriba, “Hostil y abyecto” fue durante mucho tiempo un secreto bien guardado por su creador. No solo para nosotros.
Las muchas muertes de Martelli
Se hace difícil analizar el relato propuesto sin spoilear demasiado. Digamos que a veces, en la vida, uno trata una y otra vez de hacer las cosas bien, encontrando como única respuesta cachetazos, resultados opuestos a los esperados. En esas ocasiones adversas, sin la contención afectiva adecuada, la desesperación puede llevar a cruzar los límites. Algo de eso le ocurre a Joaquín Martelli, un treintañero empleado administrativo porteño, que opta por el suicidio, arrojándose desde la terraza de un edificio céntrico, cansado de padecer tantas desdichas juntas. No encuentra la muerte, como esperaba, pero ésta vez, ya que pronto sabremos que no ese fue su primer intento, pierde algo que hasta entonces conservaba, una relativa cordura frente a su desafortunado destino.Desde entonces, asistimos, mediante flashbacks astutamente concebidos y bien diseminados en la narración, a los distintos momentos previos que llevaron al oficinista a tomar la decisión del comienzo, siendo éstos tanto personales como laborales. Pero también, y sin que lo anterior opere como justificativo ante los ojos y la opinión del lector, observamos cómo se transforma en un psicópata perverso y vengativo que, sabiéndose inmortal, la emprende contra todos los seres que tuvieron algo que ver con su caída en desgracia. Y no acaba ahí su derrotero, por el contrario, todo el que tenga la desgracia de cruzarse con él terminará mal, o peor, según su particular y cambiante humor. Esta metamorfosis es muy interesante de leer, por la forma en que está trabajada. Tanto social como culturalmente, nada parece importarle al protagonista.
El ‘día de furia’ del rapado desempleado presenta un trasfondo psicológico que opera sutilmente sobre todo el contexto de la historia, con una temprana la referencia a lo que Sigmund Freud denominó la etapa anal del desarrollo humano, que a poco de desarrollarse las distintas situaciones, va convirtiéndose en una constante, con muchas y divertidas variantes. Hay momentos verdaderamente hilarantes por el fuerte grado de violencia y provocación que conllevan, pero también por lo ingeniosos que resultan. La superposición de estos hechos, lejos de saturar la lectura, divierte sobremanera.
Por lo demás, la consumación de la tan buscada venganza conlleva un giro algo imprevisto sobre el cierre de la historia, ya que si bien algunos indicios desperdigados aquí y allá podían llegar a indicar que la resolución iba a venir por el lado fantástico -implícito desde el inicio mismo de la trama-, Baldó se guarda una ficha que juega en la última y decisiva instancia. Así llega el verdadero final, circular y meta textual a la vez. Digno de Grant Morrison. Un detalle que vuelve al comic sumamente recomendable para lectores maduros, si lo que se busca es una buena historia, perturbadora, plena de emociones fuertes y sumamente bien dibujada. Si te encontrás con Joaquín Martelli por la calle, cruzá de vereda. Si te encontrás con “Hostil y abyecto” en la comiquería, no dejés pasar lo que seguramente se va convertir en un verdadero nuevo clásico nacional.
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