HEXMOOR: MI HISTORIETA PERFECTA
Hexmoor (Colección Charquito Nº 16). Guión: Eduardo Mazzitelli. Dibujos: Enrique Alcatena. Portada: Enrique Alcatena. 344 páginas en blanco y negro. Loco Rabia / Grupo Belerofonte. ISBN: 978-987-3712-08-1. Argentina / Uruguay, agosto de 2015.
Dandismo.
Decadentismo. Dadaísmo. Tres de los ismos que más me subyugan, me atraen
y me emocionan. Cómo no caer rendido, entonces, a los pies de Hexmoor, la épica ucrónica de Mazzitelli y Alcatena
que inventa un fantacientífico siglo XIX donde se fusionan y alternan
(sin confundir ni confundirse) el horror victoriano, el peligro amarillo
venido de los pulps, la literatura infantil, el romanticismo
decimonónico, el exotismo oriental y los viajes en el tiempo, los
cuentos de hadas y el folclore celta, el ilusionismo surrealista, la
sátira simbólica y la representación renacentista.
A través de una
poética oscura, no exenta de sarcasmo y crueldad, los autores delimitan
la geografía de un mundo hijo de la revolución industrial y nieto de
las revoluciones francesa y estadounidense. Inmerso en un profundo
proceso de transformación social, tecnológica y económica, donde la
batalla final por el control de la Historia esconde una crítica amarga
contra la condición humana. Apelando a la belleza de lo siniestro y al
fulgor maravilloso que late tras el velo de lo desconocido, galvanizan
una alquimia ficcional ávida de conocimientos, generadora de espacios y
premisas (im)posibles e (im)probables, libre de las ataduras racionales
que imponen los límites objetivos y verificables de la ciencia.
Sobre esta
encrucijada multitemporal y pluricultural, se asienta la ciudad de Old
Albion (no casualmente el nombre más antiguo que reconoce la isla de
Gran Bretaña), síntesis impecable de una Londres imaginaria y
metafórica, regida por la lógica de la hipocresía, el don de la
simulación y el arte de la traición. Una urbe donde los misterios están a
la orden del día (y de la noche), circulando entre puertos neblinosos,
edificios de arquitectura esquizofrénica y calles laberínticas,
habitadas por sociedades secretas, demonios, protosuperhéroes, un muñeco
maldito y parlanchín, piratas, magos, dioses, asesinos, truhanes,
sirenas, científicos soñadores, duendes, hadas, amores furtivos y
prohibidos. El sedimento vivo de siglos de folletines, novelas
populares, canciones, periodismo sensacionalista, mitos, leyendas y
simples habladurías.
Los 28 episodios autoconclusivos de 12 páginas, publicados originariamente en la italiana LancioStory
entre abril de 2011 y septiembre de 2012, entrelazan el linaje familiar
de Lord Aubrey Hexmoor, un burgués inconformista, “refinado, elegante,
culto, aristocrático”, de acuerdo con las definiciones dadas por el
propio libro. Un provocador que busca subvertir el orden, la moral y las
costumbres establecidas, que propone la rebelión total desde el relax
absoluto. Con su ética definida desde la estética, emprende un viaje a
través del mundo y el Sistema Solar, ensalzando el heroísmo individual,
navegando las tumultuosas aguas del inconsciente. El personaje idóneo
para una saga que eleva la actitud al rango de verdadera obra de arte.
Aventura-río, que discurre por altos y bajos, Hexmoor
es (o quiero que sea) un homenaje al aporte universal de la cultura
británica. El rescate emotivo de ese territorio enciclopedista que me
acompaña desde las primeras lecturas infantiles. Las que reconozco en
Oscar Wilde, Charles Dickens, Lewis Carroll, David Bowie, J.R.R.
Tolkien, Lord Byron, H.G. Wells, el Pink Floyd de Syd Barrett, Jonathan
Swift, Grant Morrison, Geoffrey Chaucer, Neil Gaiman, Kenneth Grahame y
las exploraciones de Richard Francis Burton, culturalmente contaminadas
por Jorge Luis Borges, Georges Méliès, Las 1001 Noches, Ambrose
Bierce, Homero, Winsor McCay, Jules Verne, Edgar Rice Burroughs, Herman
Melville, Charles Baudelaire, la Editorial Novaro y, sobre todo, la
multifacética figura de Leonardo Da Vinci.
No sé si Hexmoor es una gran historieta. No sé si es la mejor de las que han hecho Mazzitelli y Alcatena. Lo que sí sé es que Hexmoor es la historieta que me llevaría a una isla desierta, para leerla y releerla hasta que se pudran el papel o mis dedos. Hexmoor, mi historieta perfecta.
Fernando Ariel García