El dormilón de Santullo y Aón
“El planeta se ha ido al garete, los recursos, agotados por completo. Mientras los pobres se hacinan, los ricos adquieren la posibilidad de un programa espacial. Compran el ser criogenizados y lanzados al espacio, a por una vida mejor. Pero… ¿que pasa si te estafan?”A partir de esta pequeña introducción que se encuentra en la contratapa comenzamos a meternos en este devastado mundo apocalíptico que idearon Rodolfo Santullo y Carlos Aón. Lanzado por Loco Rabia Editora junto con Grupo Belerofonte esta historieta, que forma parte de la colección charquito, es una gran historia que parte de una premisa que mezcla un poco de ciencia ficción con novela policial. Previamente la historia había sido lanzada en formato web en la página de Loco Rabia.
El protagonista de esta historia despierta de su criogenización totalmente desconcertado, en un lugar que parece un sótano abandonado de un gran edificio. En medio de su confusión tropieza con el cuerpo recientemente asesinado de un hombre, al tiempo que es hallado y acusado por los habitantes de aquel edificio como el culpable del crimen. Uno de los líderes de aquel grupo lo obliga a hacerse cargo de hallar al verdadero criminal, caso contrario, será expulsado del edificio donde el peligro es moneda corriente.
El dormilón es casi como una película en forma de historieta, nos presenta a una serie de personajes que ya están conviviendo en aquel edificio, totalmente desesperanzados de alcanzar una vida mejor. Tiene cierta atmósfera triste y sombría, como si todo lo que sucede en aquel lugar es inevitable. La gente es temerosa y desconfiada, pero el afuera los asusta mas así que deciden mantener ese frágil equilibrio de sociedad que les permite vivir día a día sin complicaciones. El mundo en el que sucede este caos, podría decirse que era como el nuestro, hasta que cierto hecho desconocido sucede y todo se cae a pedazos. Afuera del edificio se encuentran peligros al estilo Mad Max, donde muchos “Hanibal Lecters” se encuentran preparados para cenarse el primer humano desprevenido que encuentren en el camino.
El guion de Rodolfo Santullo es fuerte y se sostiene muy bien. El guionista uruguayo lleva una buena colección de grandes historias como Dengue (dibujada por Matias Bergara) y Malandras (dibujada por Dante Ginevra). La historia sabe moverse entre la ciencia ficción más violenta y el policial, ya que el asesino anda suelto y escondiendo cada uno de sus pasos. Además no hay policías, no hay huellas digitales por lo que los sospechosos pueden ser todos.
Por su parte, el trabajo de Carlos Aón es excelente. Su estilo de dibujo es, incluso, distinto y hasta más profesional respecto a trabajos anteriores como “Causas perdidas” (de Federico Baert y Lara Lee). Acompaña de manera sublime el guion de Santullo con trazos oscuros y apagados y sabe acompañar muy bien las personalidades de los personajes y sus expresiones.
El dormilon promete ser una gran historia y, bajo la opinión de quien les escribe, cumple muy bien. La historia cierra de manera ambigua porque más allá de tener un final redondo nunca queremos que termine. Ojala que Santullo y Aón trabajen nuevamente juntos.
Por: Matias Saía.
UNA HISTORIETA PARA NO DORMIRSE
Una vez más, la historieta argentina revisa temas clásicos de la ciencia ficción, adaptándolos a nuestra realidad… y sale bien parada. En este caso combinando el escenario post apocalíptico y la tecnología criogénica para acabar dando a luz una historia de misterio.El comic transcurre en un futuro desolado, en el que bandas salvajes recorren los desiertos y solo unas pocas islas de civilización sobreviven como pueden. Los hechos se desarrollan en una de estas islas (que a fines de la historia, podría ser la última): un edificio de departamentos devenido en refugio amurallado. Este moderno castillo feudal criollo tiene su Señor, su Concejo, su Comerciante y hasta sus bárbaros a la puerta, representados por los caníbales a los que llaman «madmaxes».
El precario equilibrio de ese microcosmos se sacude cuando uno de sus «ciudadanos» es asesinado. En un ecosistema cerrado, todos son sospechosos y el encargado de investigar el crimen será el único que con toda seguridad está libre de culpa. Un recién llegado, un «dormilón» que intentó escapar de la debacle congelándose con la promesa de que lo enviarían al espacio pero fue traicionado y abandonado a su suerte en La Tierra. Tendrá la (buena o mala) suerte de despertar a tiempo para verse convertido en detective.
Las raíces de esta breve historia pueden encontrarse en sitios tan dispares como la novela Las torres del olvido, de George Turner o la película de Álex de la Iglesia La Comunidad. Como «misterio de cuarto cerrado» quizá no funciona tan bien, el lector avispado intuirá la identidad y motivos del asesino bastante antes de su resolución pero El Dormilón, es en última instancia una reflexión sobre la naturaleza humana y sus miserias. Y en ese sentido, es impecable.
Párrafo aparte merece el dibujo, que puede no ser del gusto de todos pero en este caso y al menos a mi entender, le da a la historia el marco visual ideal.
Por: Jota Farias.
Empecemos por la historia de Santullo, el guionista mexicano –uruguayo que ya ha pasado por Kaoskrítico y seguramente volverá a pasar. “El Dormilón”, ya desde el nombre, abre con una cita abierta a la película “Sleeper”, de Woody Allen, todo un tópico de la ciencia ficción: el tipo que es descongelado/despertado/extraído de su cápsula para aparecer en un mundo futuro. Esta tópica la encontramos en infinidad de historias de sci-fi y siempre lo importante es la forma, el estado, la creación del mundo futuro, la mayoría de las veces, distópico. En el caso del El Domirlón, el mundo se limita a un desierto yermo, del que no tenemos mucha más información. Solo sabemos que por la planicie van y vienen unos muchachos con cara de malo, que son denominados como los “madmaxes”, que a la vez son la segunda cita evidente en esta historia: Mad Max.
El desparpajo para citar otras obras muy conocidas del sci-fi distópico, sin medias tintas, funciona un poco como homenaje y un poco como ironía, para sacarle a El Dormilón cualquier vestigio de pretenciosidad. Bien ahí el guionista: son bienvenidas. El otro elemento clave del escenario que propone la historia es El Edificio. Un gran mole que sobrevivió a la destrucción generalizada, donde un grupo de humanos encontró refugio de los Madmaxes, este es otro elemento que ya ha aparecido en la ciencia ficción varias veces, basta con recordar al Ministerio (de Barreiro y Solano López). Claro que aquí el Edificio en cuestión funciona más como un gran Albergue Warnes, como un Elefante Blanco post-apocalíptico.
Ya en el terreno de la historia, a medida que pasan las páginas, Santullo nos pone a prueba: hay mucha información que asimilar, en su mayoría expresada verbalmente, tanto en las voces en off como en los diálogos. Hay que ser paciente y esperar, conocer el mundo y apostar a que el devenir de la trama empiece a cobrar vigor. Santullo en seguida reduce a la ciencia ficción a un mero marco y se dedica a urdir una trama de pesquisa policial, terreno en el que se siente local y saca lo mejor de su repertorio. Hay un asesinato y un culpable misterioso que el Dormilón es el encargado de encontrar. Todo esto bajo la amenaza permanente de los madmaxes que desde la estepa circundante son una presencia permanente. La trama avanza a través de lo que va encontrando el Dormilón, que aún apenas despertado, no tarda mucho en aceptar su rol de investigador. La historia llega a su final satisfactoriamente, resolviendo bien el enigma, cosa a la que nos tiene acostumbrados Santullo desde otras obras con estructuras similares como “Cena con Amigos” o “Malandras”. Pero luego del final, me quedé con un par de dudas, pequeños sinsabores alrededor de algunas inconsistencias argumentales. Entonces descubro que hay un epílogo que parece puesto, justamente, para hacer las salvedades correspondientes. Ojo que ahora sí, SPOILER ALERT:
Lo que más me hizo ruido fue: ¿por qué sueña el Dormilón con el ascensor si nunca lo había visto? La explicación no terminó de convencer, casi que parece un mea culpa. Para el caso, hubiera preferido que pasara de largo o quedara como una intriga. En fin, no es algo mayor, ni llega a opacar el buen final, pero me la baja medio punto.
Sgue en otro comentario!