EL DORMILÓN. Dibujos: Aón. Guión: Santullo
"Mi
temor era que si no me gustaba, conociéndome, luego no iba a comprar el
libro. Pero sí, me la voy a comprar. El Dormilón, sin una ambición
desmedida, sin pretender contar la historia definitiva de los futuros
distópicos, cumple con todo lo que promete. Es una muy buena historieta,
recomendable, aunque con algunas reservas."
Calificación: 4
Dr Paloma
Dr Paloma
2 comentarios:
- Y ahora sí, vamos al dibujo. Carlos Aón necesita un libro como este publicado en papel, es urgente. Tiene que ir a por gloria definitiva, porque se la merece. Para ser claro: lo mejor del libro es el color de Aón. Solo por esto vale la pena comprárselo. Para tenerlo de referencia y copiarle las paletas, los rebotes de luz, las composiciones. Es todo un manual de coloreado para los dibujantes como uno, que luchan todo el tiempo con las paletas reducidas, los colores y la iluminación. Porque ese es su mayor mérito: mientras la mayoría de los dibujantes argentinos colorean, pintan cositas, ponen baldecito… Aón ilumina. El Dormilón no funcionaríoa igual sin la atmósfera crepuscular que crea Aón magistralmente y que Santullo sabe aprovechar con sabiduría.Responder
Para terminar, El Dormilón un libro que pide a gritos edición en papel. Para guardar y volver a mirar cuando se nos olvida lo que es darle ambiente a una historia. Santullo y Aón nos lo recuerdan.
Guión: 3,5
Dibujo: 4
Promedio: 4
Dr. Paloma
Empecemos por la historia de Santullo, el guionista mexicano –uruguayo que ya ha pasado por Kaoskrítico y seguramente volverá a pasar. “El Dormilón”, ya desde el nombre, abre con una cita abierta a la película “Sleeper”, de Woody Allen, todo un tópico de la ciencia ficción: el tipo que es descongelado/despertado/extraído de su cápsula para aparecer en un mundo futuro. Esta tópica la encontramos en infinidad de historias de sci-fi y siempre lo importante es la forma, el estado, la creación del mundo futuro, la mayoría de las veces, distópico. En el caso del El Domirlón, el mundo se limita a un desierto yermo, del que no tenemos mucha más información. Solo sabemos que por la planicie van y vienen unos muchachos con cara de malo, que son denominados como los “madmaxes”, que a la vez son la segunda cita evidente en esta historia: Mad Max.
El desparpajo para citar otras obras muy conocidas del sci-fi distópico, sin medias tintas, funciona un poco como homenaje y un poco como ironía, para sacarle a El Dormilón cualquier vestigio de pretenciosidad. Bien ahí el guionista: son bienvenidas. El otro elemento clave del escenario que propone la historia es El Edificio. Un gran mole que sobrevivió a la destrucción generalizada, donde un grupo de humanos encontró refugio de los Madmaxes, este es otro elemento que ya ha aparecido en la ciencia ficción varias veces, basta con recordar al Ministerio (de Barreiro y Solano López). Claro que aquí el Edificio en cuestión funciona más como un gran Albergue Warnes, como un Elefante Blanco post-apocalíptico.
Ya en el terreno de la historia, a medida que pasan las páginas, Santullo nos pone a prueba: hay mucha información que asimilar, en su mayoría expresada verbalmente, tanto en las voces en off como en los diálogos. Hay que ser paciente y esperar, conocer el mundo y apostar a que el devenir de la trama empiece a cobrar vigor. Santullo en seguida reduce a la ciencia ficción a un mero marco y se dedica a urdir una trama de pesquisa policial, terreno en el que se siente local y saca lo mejor de su repertorio. Hay un asesinato y un culpable misterioso que el Dormilón es el encargado de encontrar. Todo esto bajo la amenaza permanente de los madmaxes que desde la estepa circundante son una presencia permanente. La trama avanza a través de lo que va encontrando el Dormilón, que aún apenas despertado, no tarda mucho en aceptar su rol de investigador. La historia llega a su final satisfactoriamente, resolviendo bien el enigma, cosa a la que nos tiene acostumbrados Santullo desde otras obras con estructuras similares como “Cena con Amigos” o “Malandras”. Pero luego del final, me quedé con un par de dudas, pequeños sinsabores alrededor de algunas inconsistencias argumentales. Entonces descubro que hay un epílogo que parece puesto, justamente, para hacer las salvedades correspondientes. Ojo que ahora sí, SPOILER ALERT:
Lo que más me hizo ruido fue: ¿por qué sueña el Dormilón con el ascensor si nunca lo había visto? La explicación no terminó de convencer, casi que parece un mea culpa. Para el caso, hubiera preferido que pasara de largo o quedara como una intriga. En fin, no es algo mayor, ni llega a opacar el buen final, pero me la baja medio punto.
Sgue en otro comentario!