12/ 08: CAUSAS PERDIDAS
La
nueva novela gráfica de Federico Baert (a quien ya vimos un lejano
13/03/11) incorpora una novedad sorprendente: el dibujante no es el
propio Baert, sino que el guionista nicoleño forma equipo con Carlos
Aón, el versátil artista a quien ya nos cruzamos en varias publicaciones
de Loco Rabia, especialmente en la reseñada el 23/05/13. El equipo se
completa con la colorista Lara Lee, que realiza un muy buen trabajo.
Baert dedica estas 55 páginas a hacer lo que mejor le sale: historias
verídicas, con conflictos chiquitos, personajes llenos de dobleces, cero
elementos fantásticos y mucha mala leche. Causas Perdidas transcurre
básicamente en una pensión bastante crota, de un barrio bastante
humilde, de una ciudad bastante periférica. La gracia, claramente, no
está en la ambientación, sino en los personajes y en las relaciones
entre ellos, en las historias que se cuentan y en las que cada uno
oculta.
No son muchas páginas y Baert lo tiene claro. Por eso acota el elenco a
cinco personajes importantes, entre los que se destaca Facundo, el chico
que estudió periodismo y busca insertarse en ese medio tan complicado.
Los giros argumentales más impredecibles, más impactantes, tendrán que
ver con Facundo, con cómo trata Baert a los sueños y convicciones de
este pibe humilde, copado y un poco idealista.
Como en las obras anteriores de Baert, los diálogos están afiladísimos y
suenan 100% reales e incluso cuando llegan las piñas y los tiros todo
se siente cercano y posible. En ningún momento Causas Perdidas se va
para el bando de la aventura. Siempre es un slice of life, aunque en un
momento la mala onda degenere en un festival de puteadas, piñas y
corchazos. Sobre el final, la comedia costumbrista le deja su lugar a
una tragedia bien heavy, bien sórdida, lo cual es consecuente con la
decisión de Baert de llevar a los personajes bien al límite, de no
permitirles nunca estar cómodos con las situaciones en las que los
envuelve.
El dibujo de Carlos Aón está muy bien, pero es un poquito light para lo
espeso de la trama. Es un Aón distinto al de obras anteriores, que
incorpora un poco más ese tinte grotesco o esperpéntico que sabe ponerle
Angel Mosquito a sus tragicomedias suburbanas. Y es muy loco, porque
tiene ese tono justo, que te hace acordar también a otros trabajos de
Aón y a las historietas de Baert dibujadas por él mismo (aunque con
menos viñetas por página). Aón simplifica el trazo en la medida exacta
para permitir el lucimiento del color y acompaña al guión al darle a los
personajes ese toque caricaturesco, muy expresivo, que le permite poner
en un verdadero primer plano las emociones que estos nos tienen que
transmitir. Me gusta más el Aón puro que este “Aón mixto”, pero esto
también se ve muy bien.
Causas Perdidas es una muy buena historia suburbana, con sexo, drogas y
un poquito de rockanrol, que bien podría haberse publicado en El Víbora.
O no, porque en El Víbora le hubiesen pedido a los autores que los
garches fueran más explícitos y acá están apenas sugeridos. Lo cierto es
que es una historia fuerte, que emociona, que te pone nervioso y que
muestra una pasión genuina por parte de los autores, que no juegan a
complacer al lector sino a empujarlo a un pantano bastante asqueroso,
donde hay lugar para la risa pero de donde se sale enchastrado en
tragedia. Muy recomendable.
Andrés Accorsi
El estilo que decidió usar Ginevra es impresionante. Se nota que lo pensó, que lo practicó, que buscó con todas sus fuerzas hacer que ese laburo de claroscuro sea el mejor que hizo hasta ese momento. Se peló el culo y el resultado fue más de lo que cualquiera podría haber esperado y eso es de agradecer. Poder disfrutar de una obra que posea estas cualidades gráficas es lo que nos hace darnos cuenta de que todavía se puede dibujar no bien, si no extraordinariamente bien una historieta. Gracias, Dante.
Respecto al guión de Santullo, tengo mis encontronazos. Por un lado, si me lo pongo a analizar como algo seriado, publicado en la revista Fierro, cada capítulo que nos brinda Santullo no te llama mucho la atención. Hay algunos mejores, otros peores, pero que no tienen poder de “cuento” por sí solos. No te rompen la quijada de una trompada. Ahora, si lo analizo como el libro que editó Historieteca Editorial, las cosas cambian. Evidentemente el fuerte de Santullo es la novela y su capacidad de hilar personajes y cruzarlos. Cada capítulo es una semilla para la resolución de la historia más grande, la que sucede por arriba de cada capítulo, la que decide el destino final y justifica que hayamos que haber leído algunos capítulos que al principio parecían intrascendentes y sosos. La historia gira en los días previos al bombardeo a la Plaza de Mayo por parte de unos milicos descontentos con las políticas llevadas a cabo por el presidente Perón. Cada uno de los capítulos son las piezas necesarias para desentrañar quiénes lo llevan adelante y proponer una hipótesis sobre cómo es que pudo escapar Perón de semejante ataque.
En lo macro, el guión de Santullo es impecable; abusa un poco de la “voz en off” pero eso es algo ya muy personal, donde veo que muchos guionistas de historieta se deslucen un poco a causa de una prosa en algunos casos floja o pretenciosa. No digo que sea el caso de Santullo en particular, pero cuando veo guionistas que se sostienen tanto sobre los cuadros de textos, siento que no se tienen confianza, o no se la tienen al dibujante, para narrar más con acción, con el cuerpo de los personajes o el uso de la “cámara”.
Malandras es una historieta que cuando la leés de un saque se disfruta mucho, podés ver lo que el guionista se propuso a gran escala. Además, los dibujos de Ginevra se zarpan.
La edición de Historieteca Editorial es muy bonita, muy similar a la de los Autómatas del desierto, así que pulgar arriba.
Mi calificación: 4/5