11/06/2010

"Acto de Guerra" reseñado en 365 Comics por Año



Volvemos a repasar grandes obras de la historieta latinoamericana reciente y, como resulta casi inevitable, el paso por Uruguay nos lleva a hablar de la increíble dupla integrada por el guionista Rodolfo Santullo y el dibujante Matías Bergara. Como sucede algunas veces, estamos ante una dupla que se entiende tan, pero tan bien, que hay que esforzarse para pensar que acá hay dos autores y no uno.
Como en Los Ultimos Días del Graf Spee, Santullo toma elementos de la realidad histórica del país hermano, los condimenta con acertados toques de ficción y convierte hechos reales o anécdotas en buenas historias, en materia fértil para contar historietas potentes, importantes. Esta vez deja afuera de la coctelera un elemento que en …el Graf Spee funcionaba muy bien, que son los toques de comedia. Esta vez las cuatro historias transcurren durante la oscura dictadura militar que azotó a Uruguay en los ´70 y el tono es –lógicamente- mucho más dark. No hay femme fatales, ni espías tipo James Bond, ni nada que aliviane un cachito el tono opresivo de las historias. La tercera tiene un par de personajes más raros, más impredecibles, y por ahí se cuela un rayito de joda. Pero el resto es heavy en serio, y por momentos hasta puede resultar depresivo.
La mejor de las cuatro historias es, por lejos, la primera, que ya se había publicado en la notable antología Traición (Loco Rabia, 2008). Ahí se conjugan personajes perfectamente construidos, machaca sanguinolienta y giros argumentales impactantes que nunca te ves venir. La segunda historia es intensa, te logra poner nervioso de verdad, pero el final… no sé, por ahí yo esperaba una vueltita de tuerca más que no llegó. La tercera es la menos dark (repito) y un alivio más que bienvenido. Está repleta de diálogos excelentes y de situaciones muy bien resueltas. No es perfecta como la primera, pero le sobra calidad. Y la cuarta es más descriptiva, o informativa que narrativa. Hay un conflicto fuerte, pero se resuelve ala mitad de la historieta. La segunda mitad se limita a mostrarnos cómo el protagonista se acomoda a un nuevo status quo que emerge como resultado de la resolución del conflicto. Una especie de salida negociada, en la que la aventura y el slice of life se reparten miti-miti el contenido propuesto por Santullo.
Fijate que no cuento nada de las tramas, pero la verdad es que, si leíste el Nunca Más, o si viste cine argentino de los ´80, o leíste la Fierro clásica, ya conocés a los jugadores: milicos fachos represores y torturadores, militantes de una izquierda que en un momento deja de ser idealista y se vuelve violenta, y en el medio gente común, laburantes e intelectuales (más cerca de los “revolucionarios”) y policías y pequeñoburgueses (más cerca de los fascistas). Incluso te imaginarás la mecánica del juego: exilio forzado para unos, persecución ideológica para otros, secuestro y tortura para unos cuantos, cacería urbana a sangre y fuego para otros, represalias, delaciones, traiciones, mentiras y un incesante despliegue de crímenes de lesa humanidad. Santullo no lo vivió, pero sus padres sí (de hecho Rodolfo nació en México, donde se exiliaron sus padres) y sus historias (y las de muchos otros) nutrieron estos relatos.
Que uno no se imagina dibujados por nadie que no sea Matías Bergara, este animalito que –como ya vimos la vez pasada- mezcla cosas maravillosas de Juan Sáenz Valiente y Alberto Breccia. El pincel de Bergara debe tener vida propia, o estar poseído por alguna entidad demoníaca. El uruguayo lo mueve con soltura, con maestría, con una espontaneidad típica del que está jugando o fruteando, sin esperar que le salga nada mirable, ni mucho menos funcional a un relato, ni mucho menos bello. Pero lo que sale de esas pinceladas y esas manchas alucinantes es 100% mirable, es perfectamente funcional a lo que quiere contarnos y además tiene una enorme belleza plástica. Hay climas conmovedores, hay un gran laburo en las secuencias mudas… hay talento.
Si te bancás el bajón de sumergirte en una temática áspera, espesa y dolorosa, Acto de Guerra te va a emocionar. Y te va a demostrar que, también en los horrores de la dictadura, Argentina no es tan distinta como creemos de nuestros vecinos de Latinoamérica.

Andres Accorsi

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