1/29/2012

"Aloha" reseñado en El País

Maco: "Busco que cada página tenga su propia forma de lectura"

Historieta. Una joven dibujante uruguaya lanza su primer (y original) libro

CARLOS REYES

La joven dibujante uruguaya Maco (María Concepción Algorta) ha publicado su primer libro, "Aloha". Se trata de una historieta en blanco y negro, de lenguaje original, que ha tenido muy buena acogida también en Argentina.

El libro, de tapa cuadrada y 62 páginas, tuvo su origen en un blog que desarrolla la artista, una joven montevideana nacida en 1987. "La idea fue mutando. La propuesta que me habían hecho los editores era tomar todo lo que tenía dibujado ya en el blog, pero no me gustaba porque era todo muy distinto y no quedaba un trabajo con unidad. Quedaba una cosa como muy traída de los pelos meterlo todo en un mismo libro. Entonces lo que hice fue seleccionar algunas de las cosas del blog que me parecían que iban por una misma línea, de formato y de tema, y después que las tuve seleccionadas armé una especie de hilo que las fuera uniendo, pero que siempre tuvieran también la unidad por página. Hacer todo eso fue el trabajo que llevó el libro", contó Maco a El País.

Uno de los factores de unidad es justamente el protagonista, quien acompaña al lector de la primera a la última página. "El protagonista, en realidad, en un principio era yo: yo arranqué dibujando en el blog cosas de tipo autobiográfico, en las que contaba pequeñas cosas de mi vida, que me parecía que podían ser dibujadas y que podían tener alguna gracia, por más que no fueran de humor: capaz que era simplemente algo lindo de contar. Y de dibujar esas historias autobiográficas me acostumbré a dibujar ese personaje. Y después empecé a inventar ficciones en base a él. Y en realidad, el personaje en sí no dice mucha cosa, ni tiene mucha expresión, porque más bien es como un espectador de lo que va pasando. Él va pasando por las situaciones: es como la excusa para mostrar las situaciones", agrega.

La historieta, con muy poco texto, ofrece al lector desde páginas muy austeras hasta otras abigarradas, jugando con los contrastes. "Un mensaje no tiene: principalmente lo que tiene es una experimentación gráfica. Me gusta experimentar en cada página con distintos recursos gráficos. A veces es por el lado del orden de lectura, y que en cada página se plantea, gracias a lo que te está contando, cómo es que se lee eso. Tratar de romper con la lectura tradicional, de izquierda a derecha y de arriba abajo: según lo que se cuenta, cada página tiene su forma de lectura. Es una especie de juego entre los cuadritos, y por qué después de cada cuadrito va el otro. Es muy experimental en ese sentido, y en el tema de los tiempos también. Cosas que están ocurriendo en el mismo momento mostrarlas en dos cuadros distintos. Es una especie de juego, en realidad, más que nada", afirma.

La autora define su obra como "un libro para observar y mirar, a veces sin entender mucho lo que está pasando. A mí me gusta mucho disfrutar sin entender: entonces intenté que fuera una cosa medio así, que no tuviera un por qué, un mensaje, ni nada. Simplemente perderse un rato y quedar entretenido por ese lado".

"Es como una especie de vuelo, de buscar que pase lo que sea: puede pasar cualquier cosa. Hay mucha gente que me dice que lo que ocurre en el libro es como un sueño, y yo digo que no, que no es necesariamente un sueño. Es simplemente una especie de paseo, en el que no hay ataduras y no hay preconceptos. Entonces ahí puede pasar lo que sea, y de ahí es que hay muchas cosas fantásticas. En un momento hay una especie de viaje en el tiempo, que empieza en el pasado y va pasando por distintas etapas hacia el futuro. No sé si es un sueño, es simplemente un paseo, un viaje".

La artista comenta que cuando compuso el libro no pensaba en un tipo de público específico. "Yo veía que en mi blog la gente que comenta es un público muy amplio, de cualquier rango de edad, de cualquier sexo, ocupación, lo que sea. Me parece que el libro también es para un rango de público bastante amplio".

Una coedición uruguayo-argentina con interesantes novelas gráficas

"Aloha" es el primer libro de Maco, quien solo había editado antes una pequeña revista artesanal, de pocas páginas y ejemplares. "Toda la vida dibujé y aunque sabía que iba a terminar dibujando, cuando terminé el liceo me metí en Facultad de Arquitectura, y estuve cinco años. Y aunque me iba bien y todo, yo sabía que en algún momento iba a dejar la carrera y me iba a dedicar a dibujar. Y pasó eso: largué todo y me puse a dibujar, y le puse muchas pilas al blog. Y la difusión en Internet es muy fácil, y gracias al blog hice los contactos para publicar el libro. Y el año pasado arranqué en Bellas Artes", comenta.

La dibujante señala que para ella dibujar "no es un esfuerzo, es un placer, aunque hay temas en los que soy muy limitada, como para pintar, la parte del color. Justo ayer estuve todo el día intentando poner grises a una historieta y no lo pude hacer. Se me da mucho mejor la parte del dibujo lineal", asegura.

"Lo que pasa es que yo no soy escritora, y nunca me salió nada en otro tipo de formatos. Lo que hice toda la vida es dibujar: es la forma que encuentro para canalizar cosas que quiero mostrar. En el caso de este libro, el formato no es una elección posterior a la idea, van juntas. Soy una dibujante que cuenta algo", agrega la artista.

Aloha es una coedición uruguayo-argentina entre Editorial Belerofonte y Loco Rabia, y se vende en ambos países. El libro integra la Colección Charquito, que también abarca varias novelas gráficas, entre ellas El Campito, con guión de Diego Agrimbau y dibujos de Hernán Gutiérrez, Gladiador, con guión de Ricardo Ferrari y dibujos de Oscar Capristo, y Cena con amigos, con guión de Rodolfo Santullo y dibujos de Marcos Vergara.

Para conocer más de la obra de Maco hay que entrar al sitio web: divididomaco.blogspot.com

El País Digital


1/16/2012

"De Leche, Dulce" en Cuadritos

La historia del dulce de leche


Historieta para chicos no apta para chauvinistas

No, no: Cuadritos no se convirtió en un sitio de cocina, sigue siendo un espacio para la historieta. Sencillamente sucede que el libro que toca reseñar hoy cuenta una historia del nacimiento del dulce de leche. Y si dice “una” y no “la” es porque esta es la versión uruguaya de los orígenes del típico manjar latinoamericano. El guionista oriental Roy y la argentina Lucy Makuc proponen la historieta para niños De leche, dulce y como para calmar los ánimos que -seguramente- podrían caldearse ante tamaña afrenta a la idiosincracia nacional, destacan en un muy informativo posfacio los registros que hay sobre el postre en la época colonial.

La dupla cuenta la historia de Clarita, una esclava en una estancia durante la época de la colonia. Está al servicio de sus amos desde niña y una de sus labores consiste en preparar la lechada (leche endulzada) del patrón. Parece que la patrona la trata bien e incluso la lleva de picnic y le enseña sobre el ciclo vital de las golondrinas. Todo marcha hasta que la mujer muere y la pena se ensaña con el amo.

Lo que sigue es una historia aleccionadora sobre el poder de las cosas dulces y el típico descubrimiento por accidente (que, además de la penicilina, quien suscribe oyó en alguna ocasión que también está detrás de esa maravillosa innovación culinaria que conocemos como “papas fritas”).

Pocos cuadros, claros y bien coloridos

Como buena historieta para niños, esta coedición entre Grupo Belerofonte y Dragoncomics Editora se ofrece en un buen tamaño, con pocos cuadros por página y bien grandes. Los dibujos, además, son simples y claros. Los colores son vistosos, pero evitan la chatura y están bien trabajados. El tono gráfico tiene mucho de lo que suele encontrarse en los libros infantiles. Como historieta para chicos quizás tiene más texto que el habitual, pero está bien distribuido y no empalaga la lectura.

El libro no se queda sólo con la historia. Tiene varios “posfacios”. Uno es histórico y cuenta qué registros hay del dulce de leche en la historia registrada de la colonia. Por ejemplo, señala que se le regalaba a los marineros que llegaban a Cuba en 1603, que los jesuitas en Argentina lo importaban de Chile en 1620, y que un siglo y medio más tarde aparecen las primeras menciones en Brasil y Uruguay. Curiosamente, un relato en el Museo Histórico de la Nación (Argentina) data el dulce de leche como creado en 1829, aunque años antes ya San Martín había descubierto el manjar chileno y lo había difundido en Perú y el área rioplatense.

El libro cierra con unas cuantas recetas. La principal, por supuesto, es la de cómo preparar el plato, pero también hay otras para utilizarlo: alfajores de maicena y pastafrola (aquí el sorprendido es quien suscribe, pues hasta este momento no tenía registro de que alguien más preparara la variedad de pastafrola con dulce de leche).

El libro también incluye recetas e información histórica

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Ficha Técnica

De leche, dulce

Guión/Dibujo: Roy / Lucy Makuc

Género: infantil

Editorial: Grupo Belerofonte / Draconcmoics Editora

Lanzamiento: diciembre 2011

Origen: Uruguay

Páginas/papel: 36 19 x 25 cm.

1/12/2012

"De Leche, Dulce" en la diaria


Brown Sugar

El dulce de leche es uruguayo, el dulce de leche viene de Italia, el dulce de leche existió siempre... En todo caso, para los creadores de esta historieta para niños bien chicos, el dulce de leche sería rioplatense: Roy, conocido en el mundo del cómic por su trabajo en Freedom Knights, es uruguayo (de 1980) y la dibujante Lucy Makuc es argentina (de 1983). En su historia, el "descubrimiento" del dulce de leche tiene lugar hacia fines del siglo XVIII o principios del siglo XIX, en las colonias españolas que había por estos lugares. Como tantos hitos de la gstronomía, el hallazgo del postre en cuestión tiene lugar por error: una olla de leche con azúcar extra queda demasiado tiempo en el fuego.
Además de dar una mirada irreverente al mundo culinario, Roy y Lucy Makuc pintan algunos detalles de la sociedad colonial. La niña que da con la fórmula del dulce de leche es Clara, una esclava afrodescendiente que debe servir a un entristecido e irritable viudo. Entre cuadrito y cuadrito, se cuela algo de la vida cotidiana en el campo del Virreinato del Río de la Plata. A esto ayudan la simpleza y el despojo del guión y del dibujo de dos artistas sin grandes antecedentes en la literatura infantil, pero sí en el mundo del cómic.
Como plus, el "apéndice" del libro ofrece otras posibles historias de la creación del dulce de leche y algunas recetas (registradas por Clara) para preparar el dulce en sí y varios postres que lo tienen como ingrediente fundamental. Acá, la diversión empieza en el living y termina en la cocina.

Graziella Goss

1/05/2012

¿Tendrá lectores italianos este blog?


Sea por sí o por no, me permito comentar que nuestra novela gráfica (nuestra, mía y de Jok) "40 Cajones" salió publicada en la revista italiana Lanciostory (entre sus números 45 y 50) bajo el sonoro título de "La Nave del Terrore" (para no perder nunca mi karma, en las primeras tres entregas aparece acreditado erróneamente el amigo Emilio Balcarce como guionista en vez de un servidor). Dejo las tapas a continuación:



1/04/2012

No Habrá Final Feliz

Enlace
Este 2012 (aunque en rigor, estrenó en diciembre de 2011) atomizaré las ondas radiales nuevamente con una columna en La Máquina de Pensar, programa conducido por Pablo Silva Olazábal y producido por Gustavo Germán. La columna en cuestión se titula "No habrá final feliz" (humilde homenaje a PIT II) y versará sobre el policial negro en literatura, cine e historietas. Aquí les dejo la primera (que versa sobre esa novela imprescindible que es Cosecha Roja, de Dashiell Hammett):

http://audiomaquina.blogspot.com/2012/01/rodolfo-santullo-y-cosecha-roja-de.html

1/03/2012

"Aloha" reseñado en Sobre Historieta

Aloha, de Maco

Para ir terminando este año 2011 de la mejor manera, la reseña de hoy está dedicada a la reciente obra de la historietista uruguaya Maco (Montevideo, 1987), la sorprendente historieta Aloha, coeditada por Loco Rabia y Grupo Belerofonte con gran cuidado y muchísima calidad.

El arte secuencial y la magia

Aloha es historieta pura, es una verdadera experiencia del arte de hacer viñetas en este tiempo. Combina dibujos y palabras maravillosamente, y aunque uno está tentado a afirmar que el dibujo es lo predominante (hay relativamente pocos globos de diálogo), cabe decir simplemente que la narración gana la partida. Hace poco escribí un texto sobre los finales, y allí notaba que a veces le damos una importancia excesiva al cierre, a la conclusión, al desenlace. En el caso de Aloha, principio y final se encuentran en la lluvia y en el sueño, en esa suerte de onirismo que recorre de punta a punta la obra, pero el final tampoco es lo esencial, por más perfecto que sea. La fuerza de Aloha y por ende la de Maco están puestas en la secuencia, en la inspiradísima sucesión de cuadritos y su consecuente puesta en página, que esencialmente es lo que hace a la historieta como lenguaje, como forma de expresión. Sus páginas causan un vértigo que no marea, como si estuviéramos contemplando una historieta pensada por el gran M. C. Escher y ambientada en un universo que se rigiera por sus fantásticas reglas arquitectónicas, pero aplicadas a la construcción de páginas de historieta: y no solo a la ambientación, sino al desarrollo de una historia. ¿Cuál es el orden de lectura? ¿Cuál es el límite de las viñetas? ¿Existe la secuencia? Cada página es un desafío para el lector, y sin embargo nada se vuelve confuso, no merma en nada el disfrute de lo que Maco se propone contarnos.
Y lo que Maco se propone contarnos es una ¿sucesión? de escenas que la autora (autobiográficamente transfigurada en personaje pero jamás mencionada por su nombre) protagoniza y que incluyen acción bajo el agua, visitas a casas abandonadas y fantasmagóricas, encuentros con un ángel o con la muerte, trepadas a un árbol que crece horizontalmente (o que la autora elige representar horizontalmente, en todo caso), exploraciones de cavernas, vuelos en escobas, viajes a Grecia o al futuro, paseos por la ciudad… Todo ello (junto con el onirismo mencionado más arriba) quizás tiente a alguien a hacer interpretaciones simbólicas sobre los episodios, pero a mí me parece que lo que se resalta aquí es -como en toda gran obra de arte- el tema o la cuestión de la percepción.

El camino arriba abajo uno y el mismo

Todo eso, entonces, le sirve a la autora para cuestionar la forma en que vemos el mundo, la forma en que creemos que vemos el mundo, la forma en que elegimos contar lo que vemos del mundo. Muchas de las páginas exigen una aproximación clásica (de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo), pero otras nos proponen alternativas que van de una lectura vertical (de arriba hacia abajo o al revés incluso) a una lectura en espiral, pasando también por una modalidad de composición en zigzag (o boustrophedón, escritura típica de algunas culturas antiguas como la griega arcaica o la hitita, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda simultáneamente, de una línea a la otra) o incluso en diagonal (y a veces combinaciones de varias de esas posibilidades), pero sin por ello salirse nunca –gran desafío– de viñetas cuadradas o rectangulares y sin perder un ápice de coherencia en el relato. En muchos casos, Maco nos ofrece además paradojas visuales, por ejemplo en los cruces de personajes, como mostrando que el tiempo puede ser percibido de maneras diversas o como si tratara de descomponer las acciones en sus distintas posibilidades de realización. Y el juego mayor desde el punto de la representación parece estar puesto en la verticalidad, ya que a lo largo de las 64 páginas del libro lo que se repite, como un mantra físico, son las caídas (los ascensos y entonces las caídas, habría que decir). Cae Maco-personaje muchas pero muchas veces, cae un ángel, cae un decorado, cae una hoja, cae Máximo, caen un ave y una barca, caen la lluvia y la nieve. Lo que no cae (ni decae) nunca son la calidad, la sorpresa, la imaginación.

Hergé LTA

Merecidamente elogiada en la contratapa por Matías Bergara, Kioskerman e Ignacio Minaverry (que recuerda en su texto a Viuti y a Hergé, que recuerdan a Maco), Maco nos deleita con su línea más que clara, con la construcción gráfica de los espacios, con sus fondos y sus no fondos, con sus transformaciones constantes, con sus transiciones, con la expresión en los rostros de los personajes y con sus posturas y sus movimientos, llevados todos a un nivel superlativo de representación y de frescura. Y también nos deleitan las palabras, cuando aparecen. Aloha de Maco fue para mí un maravilloso descubrimiento de fin de año, que quería compartir hoy con ustedes. Pueden ver más trabajos de Maco en su blog (Dividido Maco) y todos los viernes en el sitio uruguayo Marche un cuadrito, con su también genial “Fedra”.

Hernán Martignone